Mirar a las víctimas...




No sé, es así, llevo semanas con ideas raudas en la cabeza, eso no es extraño en mi caso a decir verdad, el punto está que tratando de atraparlas o como una manera de fijarlas dentro de mi ser pensante, recurro a una libreta de anotaciones o a un papel cualquiera que tenga a la mano, para dejarlas allí hasta que un repaso me permita nuevamente reconstruir argumentos coherentes o al menos que tengan un significado.

Extrañamente no he podido hacerlo, las ideas pasan, me miran, se sonríen, dan vueltas, se exponen, algunas son francamente hermosas, con las palabras en su justa expresión, otras son grandilocuentes, ampulosas o en contrapartida, son tímidas, humildes, hasta recelosas, sin embargo, las dejo ir y me someto al designio de un retorno imprevisto o de un reencuentro oportuno a alguna circunstancia.

Hoy es un día de esos donde busco reencuentros, coincidencias y siento que es un esfuerzo importante el que me embarga. En estas últimas semanas he leído mucho, sin descanso, como en una suerte de escape, como una distracción, como una forma de viajar al interior de mi ser acompañada de distintos autores y ha sido fantástico, aunque debo reconocer que no dispongo de todo el tiempo deseado, no importa, suscribo de alguna manera esa afirmación de que leer es una forma de habitar el mundo y en ese mundo trato de reconciliar mis temores con mis voluntades, mis debilidades con mis fortalezas, mis prejuicios con la espontaneidad. No es fácil, no es expedito, el fardo que llevo a cuestas…cuenta. Mi equipaje, mi mochila, mi maleta personal, está allí, conmigo, siempre dispuesta a develar ropajes magníficos como algunos harapos, hilachas de tela.

¿Por qué “mirar a las víctimas”?


Dentro de tantos artículos y reseñas que he leído en las últimas semanas es difícil no sentirse atrapado por la realidad política de mi país, Venezuela. Este territorio que nunca he comprendido y que acepto como el lugar que lo desconocido decidió que fuera mi origen, es una tierra de marcados contrastes. No digo nada nuevo. No solo es la geografía del territorio que lo compone sino lo que ha sido la construcción de una identidad como individuos desde que fuimos reconocidos por el conquistador extranjero. Nuestro ritmo vital, nuestra cultura es un abanico que nos airea y nos recrea, pero, ese feo “pero” se atraviesa y no encuentro como administrarlo de forma adecuada.

En uno de mis escritos anteriores comentaba que todo este proceso político, social y económico que experimentamos y que padecemos además en este momento, se entromete de una forma vulgar y grosera en nuestras vidas, a diario, de forma constante, sin atenuantes y sin contemplación. Esto nos ha roto, nos ha fracturado por dentro y esos pedazos no han hecho más que lacerar nuestras expectativas, nuestra vista hacia el paisaje externo. Todo es aprensivo, todo es atemorizante y no es una simple percepción. Cualquier persona que tengo a mi lado en un sitio público es un potencial victimario. Esto, lamentablemente ha develado nuestra parte más fea como ciudadanos. No entendemos realmente qué es un ciudadano y así nos va. ¿Realmente somos víctimas? ¿Qué es una víctima? El diccionario explica esto como una persona que es destinada al sacrificio o alguien que sufre las consecuencias de las acciones de un entorno adverso. 

Por otro lado, no quiero explicar a los victimarios, no quiero darles el mínimo chance de pasearse por mis letras, no los nombro, los proscribo desde esta página y es aquí donde puedo darme el lujo de que no tengan nombre sino una generalidad, funcionarios grises por ejemplo, opresores de la peor calaña pudiera ser otro, andantes desgraciados, vociferadores de la maldad…puedo seguir, no quiero, no es el interés de esta nota más allá de un pequeño desahogo. En algún sitio alcancé a leer “malditos bolivarianos” y me sobrecogí. El punto está que detentar el poder y el abuso consecuente del mismo es una monstruosidad y solo puedo mirarme en ese espejo de ignominia porque existe la posibilidad que reniegue de algo que me conforma…me atemoriza eso.

Nuevamente voy a las víctimas…traducidas en la ignorancia, la vulnerabilidad, la dependencia, la indefensión, la impunidad. Hoy mientras esperaba a alguien las observé todas juntas, en una cola humillante para comprar alimentos, en una cola para comprar un pasaje de autobús. Los rostros a tan temprana hora de la mañana solo reflejan resignación, cansancio, obstinación. ¿Estarán conscientes esos rostros de la manipulación del poder, de la falacia que acompaña el verbo de los poderosos, del insulto al intelecto que representa fijar nuestras aspiraciones como nación en el legado lacerante de los gritos de un finado? ¿Estarán conscientes? No lo tengo claro…el manoseo a nuestras debilidades ciudadanas ha sido francamente deplorable.

Miremos a las víctimas solicita el escritor, observemos los colores de los paraguas que se alzan en las colas interminables, sostenidos por manos que buscan habitar un espacio transaccional de comercio que humilla, miremos al oportunista que trafica con las miserias ajenas, busquemos la mirada del enfermo que deambula en la búsqueda del fármaco más caro del mundo…el que no se consigue. Veamos lo que refleja el rostro del joven sea estudiante, trabajador, empleado, rezagado, que no vislumbra un futuro espacioso dentro de este generoso territorio. Mirar, mirar…ver al anciano compungido cuando al mirarse en el espejo en la mañana no puede creer cómo los días transcurrieron tan rápido y que  el resumen de éstos solo sea angustia y desasosiego ante un futuro que ya no les pertenece y que se vislumbra sombrío.

Miremos, miremos de verdad a esos niños que en cualquier semáforo blanden botellas llenas de jabón para limpiar su inocencia, veamos al indigente, al desfavorecido, al venido a menos por circunstancias especiales. Todos tienen un espacio para sentirse pisoteados, porque eso es lo que fabrica el poder abusivo …víctimas…peligroso, hay que revertir esto, hay que reducir al monstruo que representa un estado pecaminoso y vulgar.

Podemos comenzar en unos días, desde dentro y hacia fuera. 

¿Estamos dispuestos?... 



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