Aprender

Imagen: Tommy Ingberg

En una conocida red social, existe una cuenta que se dedica a referir algunas líneas dichas por personajes dentro de alguna película haya sido taquillera o no, lo importante es que en un breve instante esas líneas pueden decir mucho. Recuerdo en este momento una relacionada con este importante tema de aprender y el personaje en cuestión expresaba que aprender es un proceso doloroso ¿será porque en el trayecto debemos dejar atrás muchas certezas que nos cobijaban en una especie de zona de confort?  o porque simplemente ¿encontrarás muchos obstáculos en el camino y que sortearlos en bastantes ocasiones te enfrentará a tus miedos? No lo sé, solo puedo compartir aquí algunas apreciaciones muy particulares. Aprender es un esfuerzo de y para toda la vida, así lo veo, no asumir ese proceso, significaría estancarse, detenerse para sucumbir. Confieso que puedo sentirme desubicada en relación a esto, no todo el mundo está dispuesto a asumirlo así, incluso, puedo caer en la tentación de esa insensible postura de conformarme con lo evidente. Leo esto:

Hay gente que nunca lee artículos. Nada.
Gente que voluntariamente decide ignorar cosas, incluso contando con recursos para no ignorar cosas.
Gente mayor de edad. Gente viva. Con internet y tiempo.
Pero no requieren saber.
Y tenemos que vivir con esa gente. En el mismo planeta.
Tenemos.
Y así.
De paso hay que vivir con gente que sí ha leído vainas e insiste en decir que el verdadero socialismo no ha sido aplicado.
Enza García A. (9-3-18)

Enza es poeta, muy joven, también es escritora, venezolana y no hace mucho tuvo la oportunidad de realizar una especie de retiro literario en la Universidad de Iowa en USA. Enza representa a mi manera de ver las cosas, a esa juventud contestataria, rebelde e irreverente (en ocasiones me desconcierta), sin embargo, aprendo muchísimo de sus escritos porque más allá de la brecha generacional, su mensaje, ese que me desconcierta y turba, también me emociona. Profundizar en la forma cómo escribe Enza, es otro tema que escapa de la línea de este escrito, por lo pronto allí está algo de su discurso, porque me sirve para exponer un punto ¿por qué algunos simplemente niegan el hecho de conocer?.

Vuelvo al tema del aprendizaje, porque como competencia (saber aprender) es una destreza que necesita estimularse continuamente. Estudios neurocientíficos indican que para aprender el cerebro necesita emocionarse, vibrar, que el saber tenga sentido en nuestra mente, que posea significado. Emocionarse durante el proceso de aprendizaje es reconocer que tomar caminos fáciles y que no impliquen mayores esfuerzos, no contribuirán en esa emoción, todo lo contrario, banalizará el contenido que se desea poseer y no se verá mucho más allá de una postura utilitaria. También es importante destacar que no solo el educador tiene la responsabilidad de emocionar, el que está dispuesto a aprender algo que asumió como importante para su desempeño profesional o como persona, no puede asumir una actitud pasiva ante este devenir de alumbramientos en relación a lo que de conocimiento se trata. La postura crítica siempre debe estar presente por parte del que dice educado. Aquí recuerdo a Paulo Freire cuando explica la relación entre docente y estudiante de esta manera educador-educando con educando-educador (1). La educación para este insigne pedagogo brasileño, no es más que una práctica de la libertad.

Ahora ¿por qué puede doler? Lo asocio al estado aquél de perder la inocencia y recuerdo la lectura de un librito de cuentos que disfruté mucho de Mario Benedetti (2). En el prólogo puede leerse algo como esto Ver y perder la inocencia. Ver y empezar a pasarlo mal. Y así y todo ver porque las ganas de saber son más fuertes (…) ¿Pero y los que no ven? Ah, sobre ellos Benedetti también tiene historias. Los que no ven son inocentes. Pero la inocencia –usted, lector, joven o viejo, tenga en cuenta esta verdad- puede ser atroz.  Cuando se recorre el camino del saber con entusiasmo, determinación y hasta alegría, darse cuenta que la mente es limitada y que nunca podrás abarcarlo todo no puede conducir a otra cosa que a ser humilde, siempre y cuando exista un reconocimiento sincero a esa limitación. En el ejercicio docente he podido encontrar algunas suertes de laberintos angustiosos que obligan a apoyarse en ese hilo de Ariadna, la pasión por enseñar, que permita al menos culminar la experiencia en el mejor de los términos posibles, contrarrestando así a los  monstruos internos que pueden atravesarse, en la oscura tarea de erigirse en el peor de los Minotauros. 

Por otro lado, en ese afán de explicar cosas, cuando el error es claro y está expuesto, cuando la situación amerita una corrección, cuando hacerse el desentendido del error del otro no tolera un desliz más, he allí donde empieza la duda ¿se advierte? Si la responsabilidad así lo exige como es ser jurado evaluador por ejemplo de un trabajo académico, no existe otra alternativa, es un deber más que una alternativa exponer ese error. Callar, desdice de nuestra condición de apoyo o ayuda en ese transitar que se realiza con el educando. En definitiva, el perfil y el desempeño del trabajo docente lleva implícito la condición evaluativa. El asunto puede tornarse engorroso en la vida diaria, alertar de ciertos gazapos o deslices como fue indicado más arriba, requiere de madurez y confianza tanto del que explica la equivocación como del que la recibe. Es un desafío no caer en actitudes de prepotencia ante el conocimiento que se cree dominar, al final de cuentas mientras más aprendemos, más certezas tenemos de lo que no conocemos y peor aún, es terrible el saber que no se sabe, que ni siquiera se sabe que existe.

Para vivir en democracia hay que saber aprender, aunque duela, porque exigirá responsabilidades ciudadanas y eso, lo que se llama ciudadanía, todavía no termina de cuajar en la psique de muchos, ya sea por comodidad, por desconocimiento o por simple y nefasta conveniencia. La educación de una nación, los contenidos curriculares a los que son sometidos los niños y jóvenes del mundo deben diseñarse tomando como premisa eso, que deben ser pensados y estructurados con todos  aquellos contenidos para aprender a vivir en democracia, más allá de la técnica y las ciencias básicas. Un país donde el poder pretenda controlar toda la información que se genera, que además de eso someta a los habitantes de ese país a la más oscura noche del conocimiento, no es más que un verdugo, el peor, el más grotesco, porque aniquila aspiraciones de forma progresiva y la respuesta más inmediata será la huida, además del estupor y la vergüenza ante la violencia que esto significa.


Referencias: 

Freire P (2011). La educación como práctica de la libertad. Editores siglo XXI. Quincuagésimacuarta reimpresión. Segunda edición revisada. México-Argentina (1)

Benedetti M (2013). Puentes como liebres y otros cuentos. Serie Roja Alfaguara. Grupo Santillana. Venezuela. (2)

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