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Mostrando entradas de febrero, 2012

Odio ...¿por qué tu empeño?

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"El odio, en consecuencia, no es individualista sino generoso e inclusivo, acogiendo a muchedumbres con un solo aliento. Sólo en las novelas se nos dice que es hermoso morir por amor; y usualmente el héroe más digno de ser emulado es aquel que encuentra su fin al derrotar al villano —el odiado enemigo—." Umberto Eco No entiendo el odio, me cuesta encontrarle sentido, a pesar de ello debo aprender a administrarlo. Puedo decir que el término desde una concepción simple es el reverso del amor, de allí que sustente a la famosa frase que reza algo así como que "del amor al odio, sólo hay un paso". Sobre el término el diccionario es enfático (no podía ser de otro modo): "Sentimiento de aversión y rechazo, muy intenso e incontrolable, hacia algo o alguien".  Así estamos, muy a mi pesar, así estamos, e insisto no logro comprenderlo. ¿Por qué se ha incubado dentro de nuestra sociedad de esa forma? ¿Por qué aquellos llamados a promover la conc

Palabras en cautiverio II

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"La labor filosófica es en realidad un trabajo sobre uno mismo, sobre la forma cómo vemos las cosas y lo que uno espera de ellas." Wittgenstein Quiero regodearme ...solazarme, entusiasmarme ...regocijarme en el don de la palabra escrita, mostrar lo que digo en mi mente. El asunto está en cómo conciliar ese mundo lógico con ese mundo místico, a final de cuentas, el silencio, como bien dijo el poeta Cerati "no es tiempo perdido". La ciencia se vale de esa mostración lógica del lenguaje para circunscribirse en sus límites, cuando pensamientos e ideas no encuentran traducción adecuada en el código de símbolos, simple y llanamente  quedan vagando en los laberintos de la mente. Es entonces una verdad sencilla que todo aquello que no ve luz al exterior, no puede ser susceptible de análisis por parte de terceros. El mundo interno puede ser todo un desafío para todo aquél que aprecie su importancia. En una oportunidad alguien me dijo que viajar, tr

Palabras en cautiverio (I)

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Las palabras son símbolo y significado, son nuestro código de conexión con el mundo. Wittgenstein el ingeniero y filósofo vienés, tenía tan en alta estima el lenguaje de las palabras  que su obra cumbre el "Tractatus logico-philosophicus" se sumerge en este universo fascinante. En el prólogo de esta publicación  tomada como referencia en el libro de Díaz (2009) (1),  afirma el propio autor lo siguiente: "Cabría acaso resumir el sentido entero del libro en las palabras; lo que siquiera pu ede ser dicho, puede ser dicho claramente; y de lo que no se puede hablar hay que callar. El libro quiere, pues, trazar un límite al pensar o, más bien, no al pensar sino a la expresión de los pensamientos ...el límite sólo podrá ser trazado en el lenguaje, y lo que reside más allá del límite será simplemente absurdo" (Wittgestein, 1999, p.11) No puedo compararme con Wittgenstein ni mucho menos, aun así puedo decir que en mi mente florecen de manera constante asociación