Empujando una carreta de....¿sueños?
Lo ví por primera vez cuando apenas era un niño muy pequeño, no más de cinco años, la vestimenta muy humilde y parecida a la del Chavo del Ocho, el conocido programa de televisión. Iba al lado o más bien siguiendo los pasos de un señor de baja estatura, moreno de vista adusta, que empujaba una carreta de barrotes de hierro contentiva de cartones y periódicos que recogían en la cuadra. Era inevitable para mi establecer escenarios hipotéticos ya que llamaba poderosamente mi atención que ese niño tan pequeño realizara esa rutina tan a corta edad y de manera periódica junto a ¿su padre?, no lo sé, sólo pensaba que era más o menos de la edad de mi hijo mayor, que trastabillaba al caminar y que veía el mundo a través de una marcha paciente tras un carro lleno de cartones viejos. Era imposible no hacer comparaciones, ¿estaría en la escuela? o simplemente la ignorancia o la necesidad lo arrastraban a un destino poco prometedor de la mano del que suponía era su padre,... otra pregunta en el aire.
El tiempo seguía su transcurrir y en ocasiones mis ojos coincidían con el paso de estos personajes por la cuadra de mi casa y siempre empujando,... empujando, pacientes. Los niños dan saltos asombrosos en su crecimiento cuando tienes tiempo sin verles y esto me sucedió cuando sin darme cuenta ya lo percibí como un niño comenzando su adolescencia, ya no tenía la vista curiosa observando a su alrededor mientras seguía al señor que empujaba la carreta, él mismo era el que lo hacía. Me sorprendí internamente, ahora era él quién llevaba los destinos de ese contenedor lleno de material reciclable. ¿Cómo creció tan rápido?...¿será que estudia en el turno de la tarde? (cuando los veía era en la mañana temprano antes de ir a trabajar). En mi cabeza se formaban hipótesis novelescas, que si el niño era huérfano y el señor que lo acompañaba se hizo cargo de él o peor aún lo encontró en cualquier sitio abandonado y lo recogió... Inventara lo que inventara sentía algo de impotencia interna.
El fin de semana pasado, muy temprano en la mañana los ví de nuevo. El niño es ahora un hombre, tal como mi hijo mayor, un joven con la cara curtida por el sol y siempre con el cuerpo doblado empujando esa dichosa carreta que forma parte de su entorno, desde la más tierna edad. Empujaba con energía, ahora parecía que quién quedaba atrás era el señor que le acompaña desde siempre, la vista fija en el camino, inexpresiva....¿será que sí estudió?...dentro de mí quisiera que fuera así, que ese empujar sea realmente el de sus sueños y no el de un destino incierto, poco prometedor. Leía en un mensaje que no hay trabajos humildes, buenos o peores, todo está en el compromiso que adquieras con esa actividad y el grado de felicidad que te retribuya, que en definitiva es tu sustento, pero en el caso de este niño no puedo dejar de pensar que podía haber una diferencia y espero que sea así, tiene la vida por delante aún.
Comparto completamente la idea que reza que el desarrollo de un país va ligado a la atención que sus gobiernos tengan con la infancia, los adultos de edad avanzada y los animales. Me gusta esta visión humanista (salvando distancias con nuestros amigos de cuatro patas, que más abundan y abultan) del asunto y no sólo remitirnos al hecho de medirnos por el grado de tecnología que pueda generarse. Si esa tecnología es bien administrada, puede generar la riqueza que soporte todos aquellos planes que redunden en el bienestar de esos sectores que mencioné arriba.
No es un secreto, hay grandes deudas y no pareciera vislumbrarse en el camino políticas o programas realmente efectivos en atender las necesidades más apremiantes. No deseo caer en el discurso hueco si es responsabilidad absoluta de la cuarta república y que el gobierno actual en diez años no ha sabido afrontar, simplemente es la oportunidad de establecer diferencias, eso, diferencias pero de fondo, no paños calientes. La inseguridad desbordada que estamos sufriendo todos los venezolanos sin distinción de partido político tiene su gérmen en esa infancia abandonada, sin esperanzas, que crece en barriadas expuestas a guerra de pandillas, donde las balas y las drogas son moneda corriente. Por otro lado, me inquieta que no haya seguridad social efectiva y digna para las personas mayores, que el pago de una prima de seguro sea prohibitivo para un sector de la población que es marginado por la edad, edad donde necesita más el apoyo y soporte de un estado que no ha establecido políticas concretas y que le ha dado la espalda a programas como los "fondos de retiro" .
Todos no tienen la oportunidad de trabajar en entes públicos que garanticen una jubilación al final de la vida productiva y veo cada día como la población va ganando en años y no así la prestación de servicios médicos dignos a todas aquellas personas que no pudiendo costear una prima de seguro, prácticamente se muere de a mengua.
Sobre los animales no hay mucho que agregar, da dolor ver tanto perrito y gato realengo y a la buena de dios, expuestos a la tiranía de los carros que en cualquier momento acaban con su existencia. Es cosa cotidiana ver a tantos animales destrozados por las ruedas de vehículos y estar expuestos por días a la vista de todos sin que las autoridades ofrezcan respuestas efectivas en este sentido.
¡Cuánto nos falta!....
Me estoy quedando impresionada(favorablemente) contigo.Expresas muchas cosas que pienso con claridad y sencillez.El problema que mencionas también existe aquí,tras un barniz de "calidad de vida" hay cantidad de niños desatendidos,maltratados, ancianos que no llegan a fin de mes y están desnutridos, y no digamos ya nada de los animales, porque espanta.El mundo debería virar el rumbo.Un abrazo***
ResponderEliminarHola Dalia, gracias por tu comentario, de verdad, lo aprecio mucho. Sí, el mundo debería virar el rumbo, pero ese viraje sólo queda en las mentes de personas "idealistas y soñadoras" como a veces me llaman. Mi papá después de trabajar de manera honesta toda su vida y después de haber estado cotizando un seguro privado por más de diez años,(utilizado muy poco, gracias a Dios) se encuentra con la triste realidad en estos momentos, de no poder pagar la prima (prohibitiva), a pesar de que no hay límite de edad...es triste, muy triste. Y si hablamos de la pensión que por derecho le otorga el Seguro Social del país, pues para nadie es un secreto que no alcanza para vivir dignamente. Pero ni modo, seguimos en la lucha aunque sea a través de la palabra.
ResponderEliminarhiya
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