Entrenamiento físico


Mira el reloj y se sorprende, se distrajo, calcula que tiene el tiempo justo para prepararse y salir.
Se viste tan rápido como puede, ordena el bolso y corre a buscar el vehículo de transporte.
Internamente espera que el tráfico sea escaso, que los semáforos le sonrían con el color verde a lo largo de la ruta, que los peatones midan su imprudencia.
Llega al sitio de destino a pocos minutos de la hora pautada, aligera el paso, encuentra caras conocidas que le sonríen, sólo puede brindarles un rápido saludo.
Finalmente llega al recinto de escape, a la liberación, al encuentro con su fuerza física y mental.
Escucha una voz familiar que le advierte que está por comenzar la hora de la perseverancia, de la humildad ante el inevitable paso del tiempo y su voluntad.
Se mira en el amplio espejo y trata de encontrar su espíritu, su esencia, su ánimo y muy internamente siente que están en la mejor forma.
Su imaginación pasea en ese momento previo al despegue de la pista musical.
¿Qué puede recordar? Por un instante ...un impulso, una situación inconclusa. En otros ...pasea por el mundo. En uno particular ...la piel se eriza, se conmueve todo su ser.

Comienza la música, el instructor exige atención ...se inicia el calentamiento.


"Mi Pequeño Gimnasio"
Rafael Cadenas

"Consta de una almohadilla que golpeo con acompañamiento musical.
Un saco de arena donde descargo todo el peso de la calle.
Una esterilla para hacer contorsiones que producen olvido.
Un hueco en triángulo donde me oculto para no ver.
Una cuerda donde me castigo por toda la prudencia del día.
Un artefacto en forma de O en el que me doblo para evitar los reclamos de mi conciencia.
Una barra horizontal sobre la cual me río de mis intenciones.
Una tabla donde doy golpes inncesarios que podrían estar mejor dirigidos.
Un pequeño extensor de idiota que me estira por todos los frutos que no tomé, los actos que no hice, las palabras que no me atreví a decir.
Una soga donde extorsiono mi brazo derecho por todas mis indecisiones, olvidos, cambios.
El resto lo compone el ajuar ordinario de todo deportista. Los ejercicios son efectuados en la oscuridad. Por verguenza no admito espectadores. (El descontento sordo, por otra parte, ahogaría al que osara entrar.)
Soy de todas maneras un aprendiz. No he podido alcanzar mis rodillas con la frente, todavía me es imposible arquearme hacia atrás hasta tocar el suelo, tampoco logro pararme sobre las manos.
Algunas veces el exceso de pesadez me vuelve ridículo. (Me recuerdo en lamentables posiciones y siento dolor). A pesar de mis esfuerzos sigo siendo carnívoro, rudo, indisciplinado.
En el fondo los ejercicios están enderezados a hacer de mí un hombre racional, que viva con precisión y burle los laberintos. En clave, persiguen mi transformación en Hombre Número Tal. Llanamente y en mi intimidad, espero con ellos dejar de ser absurdo.

De Falsas Maniobras, 1966

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