Sobre fanatismos.-
¿Cómo explicar todo lo que sucede en el país? ¿Cómo
encontrar algunas certezas que permitan interpretar la realidad política que
nos circunda?
La tarea es compleja y la afirmación anterior no pretende
de antemano concluir que existe un problema que supera nuestra comprensión (también es válido asumirlo así) sino que
desde los principios que enuncia Morin existe un entramado de variables que
deben analizarse desde el diálogo, la recursividad (causa-efecto, efecto-causa)
y la obligada superación del holismo/reduccionismo para darle una visión
hologramática al estudio del problema, es decir, las partes en el todo y ese
mismo todo en las partes. ¿Peor el remedio que la enfermedad al tratar de
buscar una explicación desde esta perspectiva? ¿Demasiada tozudez? Bueno, lo
que enfrentamos como nación no es poca cosa y es indudable que los pensamientos
reduccionistas (observar todo desde una parcialidad particular) nos han
arrastrado a la incertidumbre, la desesperanza y a una reducida, por no decir
nula, conciencia colectiva.
Ahora el título de este intento reflexivo orienta hacia
los fanatismos y es sobre este tema que pretendo establecer algunas posturas
desde la interrogante inicial y tomando como apoyo algunas ideas de pensadores
que de forma muy esclarecedora argumentan sobre este tópico.
Comenzaré con una cita, forma parte de un texto publicado
semanas atrás y que pertenece al profesor Rigoberto Lanz, dice así … “Un
fanático es una persona inhabilitada en una amplia proporción para funciones
básicas como pensar, crear, ejercer la crítica, tener opinión propia y actuar
autónomamente. Cuando esta anomia se hace fenómeno colectivo estamos en
presencia de una verdadera tragedia para toda iniciativa de convivencia
democrática, para el fortalecimiento de la ciudadanía, para que la multitud se posicione
autónomamente de la gestión de la sociedad”
Desde la propuesta del Profesor Lanz, diferenciemos …¿razones?
La idea es tener claridad de conceptos. Desde muy pequeña soy fanática de un
equipo de beisbol llamado Tigres de Aragua, por otro lado mis hijos desde muy
pequeñitos y aupados por la figura paterna, son fervientes seguidores de otro
equipo de la misma disciplina llamado Navegantes del Magallanes. Cuando vamos
al estadio juntos para ver el enfrentamiento entre ambas novenas, por un
espacio de tiempo tan largo como dure el partido, pues nuestras posturas
definitivamente serán contrarias, eso no significa que no pensamos, que no
dejamos de ejercer la crítica, que no actuamos autónomamente, hasta podemos
reconocer las buenas jugadas del contrario y hasta aceptar, aún de mala gana si
cargamos con la derrota del día. ¿Por qué el contexto deportivo por lo general
ofrece otra manera de ver el concepto de fanático? ¿Es este un fanatismo que
podría denominarse “light”? Bueno, ni tanto, me viene a la mente la imagen de los “hooligans”
y las hordas frenéticas en algunos partidos de fútbol y pareciera que ser
fanático deportivo en algunos casos puede llegar a ser hasta destructivo, pero
no es la regla general.
Ahora, ser fanático religioso o político lleva un aura
que de antemano establece límites, fronteras, muros, que impedirán el diálogo, esto en primer lugar impide la superación de los antagonismos que constantemente enfrentan, dividen, y estas divisiones restan fuerzas y desgastan enormemente el capital emocional del individuo. Así mismo y continuando con los principios morinianos, en segundo lugar, tampoco habrá la
necesaria toma de conciencia acerca de las acciones tomadas y sus respectivas consecuencias
y que éstas últimas igualmente son el punto de partida como acción para una nueva
consecuencia, es decir, el encadenamiento que explicaría el efecto de cómo el
aleteo de una mariposa en este lado del mundo puede ocasionar un huracán en
China.
Y finalmente en el principio hologramático de la parte en
el todo y el todo en la parte, es conocer que como sociedad, como conglomerado
de ciudadanos, formamos parte de algo grande denominado nación y que esa misma
nación está en nosotros otorgando no sólo un gentilicio, sino que también ofrece
una cultura y un modo de vida que marca nuestra identificación como habitantes de este
territorio geográfico. Territorio que políticamente está constituido por un
Estado que debe ser neutral y nunca plegado a una parcialidad política.
Sigo preguntándome ¿Porqué el concepto abriga una
connotación negativa cuándo es llevado al terreno de la convivencia social y
política, tal como lo señala el profesor Lanz más arriba? Aquí entonces recurro
a Cioran …
A mis ojos llegó un ensayo, compartido por un apreciado
profesor, denominado “Genealogía del Fanatismo”, cuyo autor es este pensador de
nacionalidad rumana. Para Ciorán todo
comienza con la idea, una idea que debería ser neutra, pero que lamentablemente
es corrompida por el hombre que vierte en ella su locura y su fuero interno de
una manera muy reduccionista. Para Cioran esta es la génesis de las ideologías,
de las creencias a ultranza, de la epilepsia cognitiva que impone la
discapacidad que describe Lanz en su definición.
Hannah Arendt fue otra pensadora que en la primera mitad
del siglo XX, reflexionaba sobre la figura del totalitarismo desde las alturas del poder y
definía a la ideología como un sistema único de pensamiento lo suficientemente amplio
y atractivo a la vez, como para llamar la atención de un número importante de
personas que se sienten identificadas con una serie de principios, que
pretenden constituirse en la base para la solución de conflictos de orden
humano y hasta en una explicación certera acerca de las leyes que rigen las
estrechas relaciones entre la naturaleza y el hombre.
Volviendo a Cioran y la idea, en el ensayo mencionado
puede leerse esto: “Las certezas abundan en ella:
suprimidlas y suprimiréis sobre todo sus consecuencias: reconstituiréis el
paraíso.”, es decir, en el caso de las ideologías, sus principios de orden se
constituyen en pilares inamovibles, en estatuas de piedra maciza que sólo
pueden ser observadas, nunca cuestionadas. En un mar de convencimientos y
certidumbres, la duda es proscrita, es sospechosa y por lo tanto es excluida,
marginada. He aquí cómo la ideología alimenta al fanatismo y le da vida, lo
enaltece, lo eleva y lo exime de culpas ¿cómo acusarlo, cómo cuestionarlo si está
adherido a la verdad más absoluta? Desde esta perspectiva el peligro no puede
ser más evidente, más claro, más visible y está tomando forma progresivamente
desde hace unos cuantos años en Venezuela …¿permitiremos que continúe
prosperando?
No
tengo respuesta cierta a esta última interrogante, lo incomprensible amenaza a
la cordura y a ésta no le ha quedado más remedio que replegarse, distanciarse,
no parecen existir resquicios que conduzcan a caminos donde pueda irse tras la
verdad, sin sobresaltos o sin temor. Lo religioso, lo místico igualmente se
hace presente e intimida y es entonces cuando Ciorán explica que la fe, la
creencia, puede constituirse en una forma de terror, cuando los agentes que la
predican dicen llamarse “puros” y de esta pureza alardea el fanático que se
considera incorruptible, que es capaz de morir por una idea y también matar por
esa idea. Para el filósofo rumano, tanto tirano como mártir, son monstruos que
pretenden subyugar, porque el sufrimiento los alienta en la ambición y ansias
de poder.
El
fanático es ortodoxo, fanfarrón, estamos rodeados de muchos de ellos y es
necesario estar prestos a contrarrestar sus efectos, porque esto significaría
la condena más absoluta a la posibilidad de construir un paradigma de
convivencia alejado de los principios que en este momento pretenden imponerse.
Insisto
en la pregunta…¿permitiremos que siga prosperando el clima de incomprensión e
intolerancia?
Yo creo, no me queda más remedio que aceptarlo, que la imcomprensión y la intolerancia existirán mientras el hombre exista como especie sobre el planeta, porque ambos males están en sus propias raices biológicas. A menos que el hombre evolucione hacia otra cosa en unos 200000 años, pero ya no será este hombre que conocemos. Lo que sería posible es limitar y "reglamentar" su intolerancia mediante las "normas" que surgen de su cultura. Pero pienso que no hay nada que hacer si la idea es erradicarla por completo. Hace tiempo llegué a la conclusión de que el hombre es malo por naturaleza y es la educación y la cultura lo que lo cambian y logra hacerlo bueno. Lamentable conclusión, pero hasta ahora no he encontrado ningún argumento convincente que me demuestre lo contrario; antes bien, cada vez más encuentro elementos ratificatorios de esta tesis.
ResponderEliminarLeo su tesis y la relaciono con algunos de los principios filosóficos de Thomas Hobbes. Para este pensador inglés el hombre no ha superado su primitivismo y el miedo es el motor que impulsa sus acciones. Es por ello que me causa sentimientos encontrados la expresión "naturaleza humana" o "esencia humana", en principio se sustentan en la capacidad de razonar, ahora, es evidente que no siempre ese razonamiento es utilizado de la mejor forma o peor aún, es anulado en acciones que comprometen la convivencia y el necesario consenso.
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