Estepario y Juventud


"Oscuro como el interior de una aguja"
Joseph Brodsky

El ser humano en su constante búsqueda para tratar de comprender los enigmas que le rodea, se confronta constantemente con el avance trepidante del tiempo. Cabe entonces la posibilidad que este sea un argumento que se impone a la hora de relegar en muchas ocasiones el ejercicio introspectivo, ese pensar solitario que ayuda a valorar nuestras contradicciones y a reflexionar en cuanto a la importancia de esas convicciones particulares que pueden constituirse en un freno, que detiene posiciones empáticas hacia nuestro entorno. Pensar sosegadamente es un deber cuando la tarea es trascendente, cuando el ejercicio de vivir puede verse comprometido cuando se intoxica de decisiones a la ligera.  


Tomar un libro entre manos, escogerlo como compañero de viaje por el tiempo que sea necesario, puede ser una estrategia para esa búsqueda. Ese compañero propone un camino, direcciona una ruta, dialoga con el lector y le desafía en mayor o menor grado a calibrar sus propios paradigmas, es decir, a pensar. ¿Qué tipo de pensar? Pensar, dentro de un proceso de aprendizaje, promueve reconocer a otros que en primer lugar y desde una experiencia propia, establecen un diálogo inicial  con el interesado en recorrer un camino propio. Diálogo que en el camino se enriquecerá con las interpretaciones que surgen del proceso cognitivo que se lleva a cabo dentro de la mente del lector. Releo estas ideas y no sé porqué me vino a la mente la historia de Teseo, mítico Rey de Atenas que gracias a la ayuda del hilo de Ariadna y luego de haberle dado muerte al Minotuaro, pudo superar exitosamente el desafío del laberinto impuesto por el Rey Minos.


                                                                  Ariadna y Teseo                                                                     

Dentro de ese laberinto que puede ser el camino de la existencia, cada uno lleva consigo un hilo de Ariadna especial que le permitirá sortear la salida de vías intrincadas, ahora, ¿siempre contamos con esa guía? Reflexionar en ello me parece importante y es por ello que también se constituye en todo un reto reconocer apropiadamente la calidad de ese hilo y su fuente, porque no necesariamente la figura de esa Ariadna se moverá desde tan nobles y amorosos deseos, tal como lo refleja la historia referida dentro de la mitología griega.

Relacionando todo lo expuesto en párrafos anteriores con una lectura en particular  lo intentaré por partida doble con la obra de dos escritores Herman Hesse y J.M. Coetzee. Leer a Coetzee y a Hesse al mismo tiempo resultó desconcertante en las primeras de cambio, la propuesta  sugería desde el principio sumergirse en la reflexión, pensar realmente los escenarios propuestos y relacionarlos con vivencias particulares. Cuando llegó a mis manos el libro de J.M. Coetzee Juventud, había iniciado unos días atrás El Lobo Estepario de Hermann Hesse, y por esos impulsos que no necesitan mayor explicación,  llevar la lectura en paralelo resultó ser una decisión provocadora. Reconozco que el libro de Coetzee prevaleció y de hecho finalicé su recorrido primero, alentada por la narrativa algo más fluida que la de Hesse. 

Harry Haller como el Lobo Estepario y el personaje en tercera persona de Juventud semejan retratos autobiográficos de sus autores ¿alguna vinculación? Particularmente resulta interesante la interrogación, porque Hesse propone un personaje en la etapa madura de su existencia, mientras que Coetzee por el contrario desarrolla un relato desde la figura de un individuo que intenta abrirse camino de forma autónoma e independiente desde su etapa universitaria. La afirmación anterior se sustenta cuando desde el mismo inicio de la lectura Coetzee sentencia que todo hombre es una isla y que por lo tanto no se necesitan padres. ¿Será así? ¿Qué relación podría plantearse entre el personaje de Hesse y el de Coetzee? 

Los personajes exhalan desde sus respectivas posturas existenciales, una inconformidad muy marcada. Para el lobo estepario se le ha hecho cuesta arriba aprender a estar satisfecho consigo mismo y con la vida que ha llevado hasta los momentos que describe sus reflexiones. En otro orden de ideas, Coetzee desde su juventud reniega de su lugar de nacimiento y siente un ahogo profundo encontrarse dentro de un sistema político que anula sus aspiraciones individuales de coexistencia. El régimen del apartheid surafricano que imperaba en ese momento, significaba para el personaje un duro hueso de roer, donde las convicciones segregacionistas del entorno se posicionaban como una bomba de tiempo que solo necesitaba el detonador adecuado para estallar. Era claro que el joven no tenía ningún interés ni deseo de presenciar ese momento.

¿Podría hablarse de una dualidad al estilo platónico para ambos personajes? Harry Haller demuestra y se percibe dualmente, la razón, lo espiritual, lo divino contra la violencia, lo irracional, el pecado. El joven Coetzee se está formando académicamente en áreas vinculadas directamente con un racionalismo técnico por excelencia, matemáticas y sistemas informáticos, pero a la vez, se interesa por cultivar el espíritu cuando lee a Ezra Pound y T.S. Elliot. En este aspecto muy puntual,  el escritor reconoce la importancia del hecho poético y expone su apreciación acerca de lo que debe considerarse como poesía. Para Coetzee el verso no necesariamente debe tener una inclinación declamatoria y que perfectamente puede ir de la mano de la prosa, es decir, la metáfora y la combinación de imágenes sugieren la visión poética dentro del texto. La vida para el joven no es solo números y símbolos abstractos.

Por otro lado, Harry Haller se encuentra en un proceso de renuncia a la vida, siente que no puede más con ella, su matrimonio fracasado, la descripción de su vida burguesa, la renuncia a vínculos afectivos, los achaques del cuerpo que le reclaman a cada rato que el tiempo de la plenitud física está pasando, le llevan a sumirse en una actitud derrotista donde la salida no es otra que adelantar el final.

Coetzee por el contrario, desea y aspira experiencias nuevas, como el lobo estepario defiende su libertad y hasta su soledad, aunque al mismo tiempo reconoce y valora la compañía del sexo femenino desde una perspectiva algo trivial, que podría considerarse hasta algo utilitaria cuando se pregunta ¿el sexo es el baremo para todo? Sin embargo, tiene un sentido anhelo, encontrar esa mujer que le conozca más allá de lo aparente, que lo valore lo suficiente como para liberar toda la pasión que dice contener. Dentro del relato, las experiencias vividas no han sido lo esperado y cada una de ellas le ha proporcionado una visión dual de sí mismo cuando concluye en una descripción aparentemente gélida que contrasta con su ardor interno.

El joven Coetzee se regodea en una idea persistente, tener en reserva  un caudal de emociones y sentires que le permitirá convertirse en poeta cuando la fémina adecuada se presente ante él, mientras tanto debe sobrevivir y es aquí donde el trabajo asalariado que debe proporcionarle independencia económica y autonomía para futuras decisiones en el campo laboral, toman lugar referencial dentro de su perspectiva existencial.

En otro lugar, Harry Haller en un arrebato de experimentar lo desconocido se deja llevar de la mano de una mujer, es posible que esta mujer pueda tener una relación con la que busca Coetzee, lo cierto es que se convierte en esperanza y en una visión esclarecedora para sus ¿tentativos? últimos días. Armanda y luego María se constituyen en ese boleto que le permitirá la entrada a ese gran escenario que le inducirá a enfrentar sus temores y a superar sus dogmas existenciales. El Teatro Mágico es un discurrir fantástico de escenas donde se devela una verdad inescrutable …aferrarse a la vida más allá de sus contradicciones e injusticias. Para Coetzee el escenario particular se componía de figuras como Pound, Elliot, Rimbaud, Brodsky, Baudelaire como referentes de la emoción existencial, para Harry Haller estaban Goethe y Mozart.

He leído que el legado de Hesse es una reflexión trascendente acerca de lo que significaba para el autor, administrar el mundo que le tocó vivir. Sus obras son un testimonio de lo cruel que puede ser recorrer el camino propio en una sociedad que pareciera ir a contracorriente a los principios más elementales de la coexistencia, aunado a esto, se encuentran las contradicciones internas, la soledad que se aprecia pero que a la vez se cuestiona, el temor al compromiso, el apego a un nivel de vida de cierto confort renunciando a lo desconocido, a lo imprevisible, la importancia de un individuo con cierto nivel cultural como Harry Haller que encuentra fuera de lugar rodearse de personas que no saben diferenciar entre Chopin o Tchaikovsky.

En ese sentido Coetzee se aferra a su mundo particular y se encierra en él, su pequeño cuarto alquilado, su música, sus libros, sus poemas. Es gracioso cuando presenta su carta de renuncia a una importante empresa del sector informático donde se encontraba laborando y cuando se le inquiere para que exprese los motivos de su partida, éste simplemente explica que es porque no encuentra un ambiente amistoso, hecho que por supuesto sorprende a su jefe inmediato. Es posible que la soledad, ese estar acompañado nada más con uno mismo ofrece la autonomía que le permite tomar decisiones de tal tenor, tomando como base una excusa como esa, de todas maneras está claro que para el joven la vida que hasta ahora se le ha demostrado no es lo que le satisface, y puede notarse una inquietud latente cuando realiza una separación entre la gente que considera lista y la gente que es intelectual, algo parecida a la apreciación de Harry Haller cuando no concibe enamorarse de alguien que no tenga suficiente conocimiento de la cultura universal. 

Para finalizar comparto la inquietud del joven Coetzee cuando se pregunta si no existe dentro del ejercicio de vivir algo más allá que estar pendientes del precio de los carros y las viviendas, ¿realmente nuestro pasar por este mundo se limita a unas simples variables económicas que definen nuestra posición dentro de un entorno social determinado? No sé, no creo que sea tan simple, no debería ser tan plano, tan superficial. Está claro que es necesario proveerse de elementos económicos que permitan una vida digna, dignidad que como concepto me permití  reflexionar en un post anterior, más sin embargo, luego de leída la bitácora que proponen estos dos fantásticos escritores no me queda más que concluir que el camino continúa mientras haya vida y que es necesario darse el tiempo para el sosiego y la introspección, dos variables de poca estima en este mundo actual, pletórico de tiranuelos y de regímenes despóticos, que acompañados por un avance tecnológico que se mueve vertiginosamente, pretende arrobarnos, y hasta hipnotizarnos con decisiones sistemáticas al estilo de libros de bolsillo y auto-ayuda.




Comentarios

  1. Tengo ganas de hincarle el diente a Coetzee, que aún no he leído nada suyo, y tu entrada me las ha avivado.
    "El lobo estepario" lo leí hace mucho, siendo muy jovencita. Entonces Hesse estaba muy de moda.

    Una entrada magnífica, Solange, como es costumbre en ti.
    Muchos besos.

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    Respuestas
    1. Isabel, conocí a Coetzee a través de ese libro que reseño. Tengo otro pendiente, Costas Extrañas, son una serie de Ensayos, me gustaría leer también Elizabeth Costello y Desgracia, esta última incluso fue llevada al cine. Me parece un escritor interesante, bastante realista y ecuánime. Mi apreciación no es amplia ya que he leído poco de su obra, pero Juventud me permitió conocer y repasar lo que significa reflexionar significativamente acerca de una etapa tan compleja en la vida del autor.
      Gracias por comentar, saludos.

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